Recomendamos que escuches esta canción antes de leer.
La muerte sucede en un sistema
Siempre decimos que cada muerte ocurre en un contexto: puede ser el núcleo familiar, la escuela, un grupo de amigos o una comunidad más amplia. Los niños y los jóvenes son parte integral de esos sistemas, y por eso, también necesitan ser tenidos en cuenta en los procesos de acompañamiento.
Antes de la muerte: el eje es la inclusión
Durante el proceso previo a la muerte, acompañamos a niños y jóvenes con sensibilidad y flexibilidad.
Cada caso es único, y por eso buscamos caminos a medida:
-
Escucha atenta.
-
Presencia amorosa.
-
Palabras simples.
-
Espacios de acción emocional segura.
Valoramos cada gesto, cada pregunta, cada silencio. No imponemos, no forzamos. Buscamos que cada paso sea respetuoso de la singularidad de quien lo transita.
En el momento de la muerte: el eje es la creatividad
Cuando la muerte sucede, acompañamos el proceso de transición con el entorno.
Ya sea en velorios, entierros o ceremonias simbólicas, incluimos a niños y jóvenes con propuestas adaptadas a su edad y a su realidad emocional.
Favorecemos que puedan expresar lo que sienten, y que su imaginación creativa sea un puente para elaborar lo vivido.
En el duelo posterior: el eje es el aprendizaje
El duelo es una oportunidad para comprender, resignificar y crecer.
Ayudamos a niños y jóvenes a encontrar códigos claros para orientarse en una nueva realidad.
-
¿Qué es la muerte?
-
¿Cómo sigue la vida ahora?
-
¿Qué necesito para estar mejor?
Duelar es una capacidad que se cultiva. Y cuanto más amoroso y consciente sea ese proceso desde la infancia, más herramientas emocionales se tendrán en la adultez.
El futuro que dejamos
Los niños y jóvenes que hoy incluimos en los procesos de muerte y duelo serán los adultos que mañana acompañen a otros. Lo que aprendan en estos momentos marcará su forma de vivir… y también de despedir.